lunes, 2 de julio de 2007

Las islas pensativas III: Poder y Libertad




No hagas bandera de nada; y mucho menos de tu forma de ser.


Quita mérito a tus descubrimientos.


No hay poder pequeño. Cualquier poder se extralimita siempre.


No hay poder modesto. Ni siquiera el poder sobre nosotros mismos.


Poderes que no salgan de nosotros. Poderes íntimos.


Exhibir nuestros poderes, alardear de ellos: he ahí un signo más de nuestra debilidad, nuestra soberbia, nuestra desconfianza, nuestra indiscreción.


Si todos enseñáramos nuestro lado pobre, nuestra parte pobre, el trozo de pobreza que a cada cual nos corresponde, habría otro valor para las cosas; habría otra razón de ser.


He soñado con un demonio. En sueños era más fuerte que yo. Hermoso, feo, cambiante, seguro de sí mismo. Pero al despertarme, ha desaparecido. No hay demonio o pesadilla con más poder que el despertar.


Extraño, tiránico poder el de los números. Pero ¿por qué cuanto más mejor? Más dinero, más años de vida, más discos vendidos, más libros publicados... ¿Por qué tendemos tanto a sumar y multiplicar y tan poco a restar y dividir?


La solvencia no la dan las urnas. Las urnas ponen la oportunidad. La solvencia la da la responsabilidad hacia lo común.


La verdadera jornada de reflexión se vive después de las elecciones, cuando ya no hay tiempo de dar marcha atrás.


No sabes perder; por tanto, no sabes ganar.



Era tan discreto, que llamaba la atención.


Era un genio: no destacaba absolutamente en nada.


Tenía fama de antipático, pero no saludaba a nadie por respeto.


No existe hombre más libre que el que se siente libre de sí mismo.


El hombre es libre incluso cuando no lo es.


Saber ser libre implica también saber no serlo.


Hay algo en nosotros que no nos tiene en cuenta. Hay algo en nosotros que, a pesar de nosotros, nos supera.


A veces, nuestra mente tiene la necesidad de ser autónoma y pensar por sí misma, prescindir de nosotros, burlar nuestro control.


Hay lugares en los que aparentemente no manda nadie y los hay también donde aparentemente manda todo el mundo.


La gente es libre, libre. Yo lo sé. Veo sus cuerpos, que visten y se mueven a su aire, como a héroes de sí mismos. Porque son como quieren, como saben. Porque son como sienten.


Hipersensible al mundo, aquí, entre montañas, intuyo con claridad y tristeza lo que para mí tiene de erróneo. Callo, y sorbo los silencios de la piedra.


4 comentarios:

Osselin dijo...

Hipersensible al mundo, aquí, entre montañas, intuyo con claridad y tristeza lo que para mí tiene de erróneo. Callo, y sorbo los silencios de la piedra.

Totalmente Móndejar. Ese Sebastian que sólo tú conoces. Tu amigo íntimo e infalible, que siempre te ha acompañado y que a veces te otorga el poder de la clarividencia, durante unos breves segundos, los suficientes para pasar página, con dulzura.
Un abrazo, amigo.
Gracias por estos regalos que nos das con tu saber estoico y hedonista al mismo tiempo.

Anónimo dijo...

El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.
Me lo enseñaron en un lugar de muy grato recuerdo.
Un abrazo.

Gloria dijo...

Sebastian, te admiro. Me ha impresionado tu humilde sabiduria. Aun espero el libro. Besos.

María Elisa Quiaro dijo...

eres sabio y profundo mago

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