
El lunes pasado me entretuve fotografiando las uvas que había comprado para el postre. Pocas horas más tarde me reencontré casualmente con este breve poema de Rilke, escrito en el château de Muzot durante el invierno de 1923 (la versión es de Jaime Ferreiro Alemparte):
Terrazas de viñedos como teclados:
todo el día pulsados por el sol.
Y de la pródiga vid al frutero,
transposición sonora.
Oído al fin en las bocas receptoras
para el cumplido tono de las uvas.
¿Qué ha dado a luz el grávido paisaje?
¿Siento a la hija? ¿Reconozco al hijo?