lunes, 28 de marzo de 2011

Greguería de Ortega



"Va tan tranquilo el caminito de tierra, y de repente -¡zas!- el camino de hierro lo atraviesa. Es cuestión de un instante, pero muy dolorosa, muy quirúrgica. Es una doble inyección de hierro que perfora el cuerpo del camino de tierra, lo traspasa de parte a parte. El pobre camino queda para siempre enfermo de aquel sitio, y es preciso entablillarlo con las dos vallas del paso a nivel y ponerle un practicante que vigile al lado. Con frecuencia, al pasar, vemos el trapo empapado en sangre que el practicante agita en señal de peligro."

[José Ortega y Gasset en Notas del vago estío (1925)]


2 comentarios:

carmen dijo...

Sabes, Sebas (ja,ja) que últimamente estoy con Ortega y alguno de los suyos. Eran, y son, grandes. En la España invertebrada explica Ortega el desastre de país que somos desde su mismica fundación y de pronto se pone lírico y escribe la frase que al final me ha quedado del libro entre tanta desolación: "En la elección del ser amado hacemos la más verídica confesión de nuestra personalidad", esto me hace pensar que conozco un montón de gente estupenda.

Sebastián Mondéjar dijo...

Ese palíndromo me acompaña desde que tengo uso de razón...

Cuando dices "y alguno de los suyos", supongo que te referirás a Gasset, ¿no? je, je.

Sí..., las personas que amamos son las que verdaderamente nos vertebran... y nos hacen ser mejores.

Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

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