domingo, 28 de octubre de 2007

Memoria presentada al rey para censurar la expulsión de los extranjeros


Terracotta Army detail (Xi'an, China), de Peter Morgan

En el siglo III a. C., Li Si, político legista de la dinastía Qin, notable calígrafo, maestro de la intriga, que llegó a ser primer ministro del otrora temible pero hoy rehabilitado Emperador Qin Shi Huang (el de los famosos soldados de terracota), se atrevió en cierta ocasión a pedirle por escrito a su rey que se opusiera a una solicitud, por parte de los ministros de la casa real, de expulsar del reino a los extranjeros. Como creo que se trata de un documento altamente interesante y revelador, y no por antiguo menos actual, transcribo algunos fragmentos de su carta y que cada cual haga sus propias extrapolaciones:

"He sabido que los altos oficiales han propuesto la expulsión de los extranjeros. Estimo que hacerlo sería un error.

Los duques y reyes vuestros ancestros recurrieron siempre a talentos extranjeros. Gracias a ellos, anexionaron numerosos territorios y vencieron a los bárbaros del oeste. Siguiendo sus consejos, modificaron los usos y cambiaron las costumbres. Gracias a las nuevas leyes, el pueblo se tornó leal y próspero; el país, rico y poderoso. El pueblo aceptó esas leyes con alegría, y la nobleza se sometió gustosa a ellas. Hasta nuestros días, el país sigue fuerte gracias a ellas.

Considerado lo anterior, ¿qué daño han hecho los extranjeros? (…)

Vuestra Majestad posee jade precioso, lleva brillantes perlas, tiene una hermosa espada, monta extraordinarios corceles, despliega estandartes bordados con fénix y hace resonar tambores de piel de cocodrilo. Qin no produce ninguno de esos tesoros. ¿Cómo es que agradan a Vuestra Majestad?

Si todo tuviera que producirse aquí para ser usado (…); si todo lo que alegra el corazón y contenta los oídos (…) tuviera que ser autóctono para ser aceptado (…), no debería usarse el oro ni el estaño, ni el cinabrio ni el añil.

La verdadera música de Qin consiste en golpear vasijas de barro y jarras, tañer la guitarra de doce cuerdas y sacudir sonajas, cantando y gritando ¡wu, wu! La gran música de danza y de corte viene de tierras extrañas. No obstante, en Qin ya no se golpean vasijas, ni se tañe la guitarra: se toca la música extranjera.

¿Por qué es así? Sencillamente, porque esas cosas nos regocijan, porque nos deleitamos teniéndolas en nuestra presencia.

Pero ahora quieren algunos que esto cambie en lo relativo a la elección de las personas. Ya no quieren preguntarse si un hombre conviene o no para su cargo, no se examina si tiene o no razón; los que no son de aquí son expulsados, los que son extranjeros son apartados.

Si es así, significa que estimáis los colores bellos y la música, las perlas y el jade, pero no a los hombres (…).

Las montañas no rechazan la tierra que se añade a ellas, por eso son tan altas. Los grandes ríos y el mar no desdeñan las riveras que a ellos van a parar, por eso son tan profundos. El soberano no aparta a los hombres que vienen a él, por eso su virtud es tan radiante. Igual que la tierra no tiene lados distintos, no hay país que sea extranjero para el pueblo; las cuatro estaciones son igualmente buenas (…).

Ahora algunos quieren rechazar al pueblo para que vaya a engrosar los países enemigos, expulsar a los huéspedes extranjeros para que vayan a servir a los príncipes rivales; quieren que los hombres de valía de todos los países retrocedan (…).

Hay muchos objetos que pueden ser considerados preciosos sin que sea autóctonos; muchos hombres que, sin ser de este país, pueden ser fieles. Si ahora exiliáis a los extranjeros, que irán a engrosar los países enemigos, si disminuís la población para acrecentar la de los adversarios, habréis despoblado vos mismo el país y, fuera, habréis provocado el resentimiento de los demás reinos.

Si es así, por mucho que queráis evitar el peligro, nada podrá hacerse.”

(Antología de la literatura china, de Georges Margouliès.
Traducción de Anne-Hélène Suárez.
Círculo de Lectores. Barcelona, 2001).

Nota: las dos ilustraciones representan al Primer Emperador Qin Shi Huang.

5 comentarios:

Osselin dijo...

Hay que vivir junto al diferente y aprender de él teniendo en cuenta que el diferente también debe enriquecerse de nuestra aparente unicidad que para él es diferencia. Territorios versus personas, ideas versus mujeres y niños, perosnas versus personas al fin y al cabo.

Saludos.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

De acuerdo en todo, además de ello es un proceso indefectible mientras exista la enorme desigualdad del mundo actual. Rubrico lo que dice Osselin.

Vengo desde el blog de Azul. Te felicito por tu espacio. Regresaré.

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Saludos.

Gloria dijo...

Lo que aceptamos y dejamos fluir dentro y encontrar su cauce nos hace mejores que empenharnos en rechazar y desdenhar, la naturaleza nos da un continuo ejemplo. Bello y necesario texto, Sebas. Un beso.

Lucía dijo...

Vengo desde Azul Caleidoscopio y éste ha sido un agradable descubrimiento. La sorpresa final ha sido tu blog de jazz.
Un abrazo.

María Elisa Quiaro dijo...

he estado en tu casa muchas veces, en silencio ,e deleito con tu prosa y siempre me marcho agradecida.
Volviendo a tu texto agrego, que lo diferente, lo distinto pone nervioso al ser humano, aquellos que se atreven a dar el paso del entendimiento sin juicios previos son lo únicos capaces de aprehender la maravilla.
un abrazo

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