Faro de Punta Almina (Ceuta).
El martes pasado me llevé una gran sorpresa: entré en uno de los blogs jazzeros que visito habitualmente, Jazz Ceuta, y me encontré con que su titular, Santiago, dedicaba su última entrada a La herencia invisible, con una sencillez, un orden, una intensidad y una capacidad de síntesis que ya desearían para sí muchos críticos –y criticados– profesionales. Pero Santiago no es crítico literario: es farero. Farero del Faro de Punta Almina, en Ceuta.
Os cuento.
Santiago Tortosa Muñoz es murciano, y durante nuestra infancia y primera juventud fuimos vecinos. Vivíamos a orillas de la huerta, casi rodeados por ella, en el viejo barrio de San Antón. Su padre y el mío eran amigos, pero Santiago y yo, aunque teníamos la misma edad, por el sólo hecho de estudiar en colegios diferentes nos movíamos en distintas direcciones en aquel paraíso que era entonces Murcia. Él tenía sus primos, sus amigos; yo los míos. Nos veíamos, claro, y coincidíamos a veces, incluso compartimos mesa en más de una comida familiar, pero nunca terminamos de cuajar una amistad propiamente dicha.
Cabecera de Jazz Ceuta.
Os cuento.
Santiago Tortosa Muñoz es murciano, y durante nuestra infancia y primera juventud fuimos vecinos. Vivíamos a orillas de la huerta, casi rodeados por ella, en el viejo barrio de San Antón. Su padre y el mío eran amigos, pero Santiago y yo, aunque teníamos la misma edad, por el sólo hecho de estudiar en colegios diferentes nos movíamos en distintas direcciones en aquel paraíso que era entonces Murcia. Él tenía sus primos, sus amigos; yo los míos. Nos veíamos, claro, y coincidíamos a veces, incluso compartimos mesa en más de una comida familiar, pero nunca terminamos de cuajar una amistad propiamente dicha.
Cabecera de Jazz Ceuta.
Una amistad que ahora, al cabo de los años, ha cuajado y crecido a raudales en los últimos meses a raíz de que Santiago, gran aficionado al jazz e impulsor del Festival Jazz Ceuta, diera un buen día con mi blog Sopa de Hielo y tuviera la iniciativa de enviarme un entrañable e imprevisible correo.
Resultado: un reencuentro mágico. Y el martes voy y me doy de bruces con esto.
Gracias, amigo.
¡Y pensar que un ejemplar de mi libro ha llegado hasta allí!
Los libros son palomas mensajeras... Recuerda, Santiago, las nubes de palomas sobrevolando permanentemente nuestro barrio...
El Estrecho de Gibraltar visto por la paloma de la NASA.
5 comentarios:
Gracias Sebastián por tus amistosas palabras. Desde luego ni soy crítico ni sé escribir.
Es grande que lo fortuito a veces se convierte en afortunado, como nuestro reencuentro casi una vida después.
Un abrazo y que el verano te sea pródigo en poesía y jazz.
Anoche vimos Fernando y yo el vídeo de la “expo” con tu música. Suena muy bien; ¿eres tú quien canta con la chica? Fernando, a quien no le interesa demasiado la tele -se cansa-, estuvo todo el rato atento y callado hasta que terminó...
Un par de cosas más, Sebastián. Efectivamente, no existe el verbo "cimientar" pero la conjugación de "cimentar" (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cimientar) nos deja en evidencia puesto que, tal como tú te temías, sigue la pauta del verbo "mentar", es decir, cimienta, y no cimenta. Es de esas erratas que más joden porque, sabiendo que pisabas terreno pantanoso, no has podido evitar fastidiarla igualmente.
Y lo otro: la frase que se me iluminó la otra noche mientras me iba durmiendo era: "El don que se ejerce y se practica no sólo no se gasta ni se agota, sino que se ejercita y perfecciona." Era una réplica inesperada de un terremoto que me vino sacudiendo meses atrás: "El talento que se tiene y no se gasta no se conserva, sino se malogra. Por tanto no tiene sentido administrarlo con cicatería, sino que resulta más sensato y reconfortante prodigarlo generosamente. El talento no se alcanza por perseverancia, aunque a veces se manifieste mejor ejercitándolo: se tiene o no se tiene. Mientras se posee es inagotable, y si puntualmente parece agotarse, se renueva naturalmente. Una mujer bella derrocha su belleza, lo es hasta en la oscuridad, pero no la malgasta, pues no la podría conservar o retener de otro modo. Así también el que sabe tocar un instrumento, expresarse con claridad o mantenerse alegre e irradiar esa alegría. Este último don, el de la alegría, lo posee mi hija, y yo que me alegro porque se cotiza muy bien en estos tiempos difíciles."
Voy a escuchar el disco de Chet Baker mientras sigo con el equipaje.
Vengo a saludarte despues de tanta ausencia. Ya tendre tiempo para ponerme al dia con tus andanzas, un beso.
Este artículo es muy interesante ya que nos muestra información muy completa y concisa gracias y sigan publicando.
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