Si hace unos días reproduje en mi blog Sopa de Hielo el poema
"Negro espiritual", de Blanca Andreu, con el que la poeta nos transportaba junto al Negro Billy a las raíces más profundas de la música afroamericana, hoy quiero traer aquí algunos de los poemas que dan cuerpo a la sección que abre (y de la que felizmente tomó el título) su último libro,
Los archivos griegos, recientemente publicado por la Fundación José Manuel Lara.
Por un cúmulo de coincidencias, verdaderas rimas de los acontecimientos que la propia Blanca ya ha contado
en su blog (aunque ha olvidado mencionar que también me dedica una de sus breves, hondas y delicadas
Marinas), este libro me
toca muy especialmente. Lo cierto es que he seguido prácticamente desde un principio su evolución y he sido testigo confidencial y afortunado de la ilusión, la entrega y los desvelos que Blanca ha ido depositando en él a lo largo de los últimos años. Como poeta y, sobre todo, como amigo, esta circunstancia constituye para mí, como supondréis, un privilegio.
Así que, poeta, olvídate de aquello de pagarme unos
royalties. Sólo espero no tener que pagarlos yo a la editorial por traer aquí dos nuevos poemas tuyos a fin de que tu Grecia, la Grecia que llevas dentro, insufle vida (o alma) y le dé alas a este sendero inconstante.
* * *
ODA A LOS PERROS DE ATENAS
A Vicente Ferrer
Montes en luz, Atenas, hija de la belleza primera
la descubrí en mis recuerdos aunque nunca había estado alli
desde lejos, con amour de loin, había saboreado su nombre
hija de la primera belleza que tiene el grado de justicia.
Descubrí los caballos de piedra en los templos deteriorados
descubrí una taberna de oro dentro de una calle de plata
descubrí los perros de mármol que se han bajado de los frisos
y se reúnen por la noche en cónclave
y muestran su estirpe socrática filosofando en las esquinas.
Los he visto citarse en semáforos
quedar en las encrucijadas
parecen gente civilizada que acude al ágora y se atiene
a lo que dictan los tribunales
aunque vayan a cuatro patas.
Una vieja leyenda sostiene que son ellos los dioses antiguos
que se negaron a partir de Grecia
cuando fueron vencidos antaño
que el luminoso Zeus Olímpico y la justa Atenea alada
prefirieron ser perros atenienses
antes que dioses bárbaros
bebedores de sangre.
Esa vieja leyenda se cuenta mezclada con ouzo y con luna
así que cuando me alejaba de Kiri Dimitrios y vi
entre las callejuelas de Plaka en aquella noche estrellada
acercarse aquel perro blanco esbelto como una gacela
y majestuoso como la Acrópolis
me atreví a tocar su cabeza y a susurrarle por si acaso:
–Salve, Señor del Canto, tú que llegas semejante a la noche.
Sólo una cosa de ti pido:
Que sea alado mi poema
y no volátil.
* * *

TO SPITI TIS LOGOTEJNÍAS
Hace ya mucho tiempo naufragaron los hombres
los hermanos de sangre dividieron sus viñas
y el agua del idioma ardió como una estrella
cuando la torre aquella se elevó contra el Dios.
Y entonces, desde entonces
como ángeles, como campanas
navegaron bajeles
contra Babel
con espadas calientes
conquistaron palabras
llevando vida de una parte a otra
trasladando los sueños de los hombres.
Así somos nosotros, guerreros, marineros
escritores, traductores, poetas
como ángeles, como campanas
junto a la piel del cielo.
Igual que una paloma que ha volado a una higuera
una luna de mármol nos vigila.
Aquí está nuestra casa que roza las estrellas
como un barco en la noche
un velero de piedra hermano de los pinos patriarcas
y hay un rumor de hipálages y símiles
que se abren como pétalos, que se alzan
como cipreses
que galopan
como caballos entre los cipreses
y un resplandor de extrañas metáforas y cantos
que brilla en los pasillos.
Como flechas de un arquero sagrado
atraviesan vencejos los altos corredores
diciendo: ¡Buena suerte! ¡Encontrad la palabra!
También, como nosotros
anidan en la luz.
* * *
BLANCA ANDREU
Los archivos griegos
Fundación José Manuel Lara
Colección Vandalia
(Sevilla, 2010)