jueves, 18 de octubre de 2012

Adiós a José Luis Parra


José Luis Parra [Fotografía: Susana Benet]

Cómo es la vida. Hoy he recibido de manos y boca de mi amigo José Rubio el último poemario publicado por José Luis Parra y, a la vez, la noticia de su muerte. Sí. Ayer, 16 de octubre de 2012, falleció en Valencia el poeta José Luis Parra, nacido en Madrid en 1944, "víctima de una larga enfermedad", como anuncian eufemísticamente los periódicos. Su cuerpo ha sido inhumado hoy al mediodia en el cementerio de Quart de Poblet.

José Luis vivió la mayor parte de su vida en Valencia, pero solía visitar con relativa frecuencia Murcia, donde tenía y seguirá teniendo muchos lectores y un grupo considerable de amigos y poetas muy queridos; de hecho, llegó a vivir en Murcia una larga temporada a principios de la década de los ochenta (yo lo conocí en esa época, aunque no llegué a entablar con él amistad alguna), años antes de publicar su primer libro, Más lisonjero me vi (1989). Posteriormente fueron apareciendo en Ediciones de la Guerra/Café Malvarrosa títulos como: Un hacha para el hielo (1994), Del otro lado de la cumbre (1996) y La pérdida del reino (1997); y en la editorial Pre-Textos: Los dones suficientes (2000), Tiempo de renuncia (2004) y De la frontera (2009), hasta desembocar en Inclinándome, que terminó de imprimirse el 17 de septiembre de 2012 y ha salido a la luz hace apenas unos días.

La última vez que lo vi fue, se dice pronto, hace once años y medio, exactamente el 6 de febrero de 2001, con motivo de la presentación de Los dones suficientes en el Museo Ramón Gaya. Fue entonces cuando por primera vez pude intercambiar con él unas pocas palabras, nuestras direcciones postales y nuestros números de teléfono. Unos años antes ya lo había conocido como poeta gracias a Eloy Sánchez Rosillo, quien tuvo la gentileza de regalarme Del otro lado de la cumbre. En ese libro descubrí desde el primer verso a un poeta hondo, humano, lúcido y verdadero que, de uno u otro modo (releyendo sus poemas, recordando su figura o su manera de ser y de vivir la vida) ya nunca ha dejado de acompañarme.

De su último libro, su título nos lo dice todo. Pero esa inclinación no obedece tanto a un servil o derrotado acatamiento como a una digna y reverencial aceptación ante la muerte; por eso he optado por recoger aquí este breve poema, esta pequeña joya en la que el poeta, precisamente, se inclina para regar sus macetas y siente que, así, el mundo se renueva:


REGAR LAS PLANTAS

                                   A Elena Cortell

Primeros trinos,
ténues, en el alba estival.

Salgo al balcón y riego las macetas.
Al inclinarme noto que envejezco.
Pero cómo consuela, con los años,
esta alegría, este ritual, el chorro
de agua sobre las hojas.

Qué verde y fresco,
como recién creado,
gotea el mundo.



JOSÉ LUIS PARRA
Inclinándome
Pre-Textos
(2012)


* * *

2 comentarios:

SUSANA BENET dijo...

TE agradezco tu comentario en mi blog y esto que ahora leo en el tuyo sobre José Luis. Creo que publicar sus poemas en estos espacios es una forma de otorgarle el reconocimiento que se merece.
Saludos,

Camila dijo...

Todo los individuos que saben y realizan grandes trabajos de literatura me interesa tener la chance de ver sus trabajos y de esta forma poder ver cuales son sus proyectos. A mi me gusta tener la vinculación de las personas con la literatura y por eso quisiera obtener Pasajes a Punta Cana para ver la literatura Mexicana.

Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

  La arqueología de la memoria Aquel largo pasillo desemboca  en una habitación igual a tantas  que no existen [Manuel Padorno] También hici...