sábado, 21 de febrero de 2009

La isla



Si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, esta fotografía bien podría equivaler a toda una novela; sin ir más lejos, a Robinsón Crusoe, de Daniel Defoe; sólo que en este caso la isla no se oculta en ningún trópico, sino en pleno corazón de mi ciudad. Concretamente, en la calle Almudí, a espaldas del emblemático palacio con el mismo nombre; en realidad, más que de una calle, se trata de un solitario pasadizo al que se accede desde las calles Jara Carrillo y Arco de Verónicas. Hacía años que no pasaba por allí, y eso que se encuentra a escasos cincuenta metros de mi casa. El otro día, volviendo del mercado, sentí un impulso y me adentré en ella. Fue como atravesar de repente una puerta en el tiempo. El náufrago dormía. Mientras realizaba la paronámica recordé la escena en la que Crusoe escribe, a modo de un debe y un haber, un inventario de sus cosas, "no tanto para legarlas a quien fuera que viniese tras de mí, porque lo más probable era que tuviese muy pocos herederos, como para distraer los pensamientos que cotidianamente venían a afligir mi espíritu". He intentado por tres veces subir la foto a su tamaño original, 6'59 MB, pero no me ha sido posible (me hubiera gustado que pinchando sobre ella la recorriérais visualmente, como si se tratase de una visita interactiva a una performance que ya quisiera para sí el mismísimo Karabatic), así que no encuentro otra solución que colgar el reportaje entero para que podáis recrearos a vuestro antojo en cada uno de los objetos, cachivaches y utensilios que conforman el lugar. Después, haced balance de vuestros propios males y bienes, de los consuelos de que gozáis y las desgracias que sufrís... en vuestra isla.













11 comentarios:

Lucía dijo...

Tremendo. Prometo no me quejarme más.
Un abrazo.

Pedro López Martínez dijo...

No tiene desperdicio (lo digo sin ánimo irónico ni de ninguna otra especie; lo digo casi sin ánimo): la fuerza expresiva de las fotos, de todas ellas y de cada una, me parece extraordinaria. Enhorabuena por el ojo, Sebas, porque no hubieras podido encontrar un objetivo más radicalmente fotogénico de una ciudad cuyos contrastes pisamos a diario... para luego quejarnos de la crisis ante una copa de whisky y con planes de viaje para el próximo puente. Salud!

Sebastián Mondéjar dijo...

Hola, Lucía. Me acordé de ti al hacer el post. En un principio pensé en poner sólo la panorámica y el fragmento completo del capítulo de Robinsón Crusoe al que me refiero. Desde luego, ante realidades como esta, quejarse es de muy mal gusto. Gracias por pasarte una vez más y un fuerte abrazo.

* * *

En realidad, Pedro, me costó superar ciertos reparos. Sentía como si estuviera invadiendo la intimidad de un hogar. Las fotos tienen poder expresivo, desde luego, pero la escena no era para menos; estando allí 'in situ', su fuerza se multiplica por cien. Desde luego, se queda uno sin palabras. Menos mal que llevaba la cámara... Si me atreví a hacer las fotos fue sólo para dar crédito a lo que estaba viendo. Hasta pronto, compañero.

Félix Amador dijo...

Tienes razón. En algún momento deberíamos pararnos a pensar en las cosas que tenemos y por qué.

Si somos lo que tenemos, compramos lo que somos. Yo me he parado a pensarlo. Tengo obsesión por no tirar nada. ¿He dicho obsesión? SOy de los de quien-guarda-halla pero el significado de tener muchas cosas que tengo se me escapa...

La Academia Popular de Ciencias "José María Arguedas", dijo...

Muy interesante blog.

Lo invitamos a visitar este blog:

http://apcarguedas.blogspot.com/

Tiene entradas y secciones que le pueden interesar, además de videos sobre diversos temas.

Saludos.

ALAZOR dijo...

"Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin."
(Rabindranath Tagore)

Virginova dijo...

Yo descubrí este rincón de la mano de mi amigo Paco Salinas, hace dos años. Era verano y el tipo tenía una cama bien dispuesta en una esquina. Me sorprendió muchísimo. Son escenarios que te dan en el alma y hacen reflexionar. Abrazo

Anónimo dijo...

Sebastián: las fotos son impresionantes. Yo de ti, cada vez que me sobre un trasto, se lo dejaría por allí en lugar de ponerlo junto al contenedor. Seguro que lo haces feliz.

He reanudado el blog que encontraste con un pequeño homenaje a Vicente para defenderme de la desolación que me atribuyen.
Creo que me preocupará más la muerte de Kim-si lo hace antes que yo-porque no tengo claro que su alma sea inmortal. El Papa Wojtila y los budistas creen que sí. Y hay una tira de Soopy donde elucubran sobre si Jesucristo tenía perro. En "El Corán", el único que aparece es uno que duerme junto con los Siete Santos de Efeso, a la entrada de la caverna.

En cuanto a Vicente: a nadie le cabe la menor duda de que va directo al mejor sitio. Me pregunto si dejarán telefonear.

Bueno, como me he enrrollado con asuntos privados, no firmo.

Anónimo dijo...

Las fotos son impresionantes. Sin embargo, te diré una cosa, Sebastián: para un intocable de la India, un campesino o un miembro de
un grupo tribal-y son millones y millones y más millones- éste conmovedor individuo sería un hombre muy acomodado y viviendo en medio de un gran confor. Vicente Ferrer dice que en sus chabolas es donde verdaderamente se da uno cuenta de lo que es la "nada"sartriana. Por otra parte, algo me dice en la disposición de los objetos que es posible que se trate de un naúfrago de la mente. Ya sabes: si tienes algo para tirar, se lo dejas por allí al tipo y seguro que-sea lo que fuere-le hará feliz

Sebastián Mondéjar dijo...

Gracias, amiga, por tan entrañables y sensibles comentarios. ¡Cuánta razón tienes en todo lo que dices! Estos días yo también he estado pensando mucho en Vicente... y en ti.

Respecto a Kim, no es que no tenga alma: es un alma. Acuérdate de aquel poema, tan tuyo como mío: "Los animales y las almas ríen".

Sobre si habrá teléfono en el cielo... ¡no creo que allí se usen esas antiguallas! ¡Seguro que cuentan con medios mucho más directos y eficaces!

Siempre he sido respetuoso con tu intimidad, así que hoy no lo voy a ser menos con tu anonimato.

Salud y un abrazo muy grande.

Anónimo dijo...

ALGO MÄS ACERCA DE LAS FOTOS


" Y aquel que vio sereno que sus campos
estaban destrozados, pero digno
de envidia se sintió con otros bienes"

( el Petrarca )

La he encontrado hoy y he pensado en el robinsón callejero.

By the way: ya veo que la vereda de tus blog no cría hierba. Enhorabuena. Y gracias.

Tengo billetes para ir mañana a O. así que me será más dificil bloguear, pero a lo mejor nos vemos o puedo acercarme a algún concierto donde toques.

En cuanto al teléfono del paraíso:Quién sabe. A lo mejor hay hasta ferrocarril.

Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

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