lunes, 30 de marzo de 2009

Reencuentro con mi pasado



El pasado viernes culminé en Cehegín mi periplo como ponente o conferenciante (una empresa totalmente nueva para mí) en un seminario sobre Lectura y Familia organizado por el Consejo Escolar de la Región de Murcia, al que fui invitado en calidad de escritor a fin de transmitir mi propia experiencia literaria y aportar reflexiones y propuestas que ayuden a fomentar la lectura entre los alumnos, así como la colaboración entre las familias y el profesorado. Mi balance personal sobre este seminario ha sido, en todos los órdenes, sumamente positivo. En fechas anteriores me tocó visitar Lorca y Las Torres de Cotillas, y fue en este último pueblo donde tuvo lugar el excitante reencuentro con mi pasado al que ahora quiero referirme.

Entre 1971 y 1975, es decir, desde mis 15 a mis 19 años, me trasladé prácticamente todos los fines de semana y gran parte de las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano a Las Torres de Cotillas, pues durante ese tiempo vivió allí un primo hermano mío que era, además, mi mayor cómplice y mi mejor amigo. Así que acabé por tener en aquel humilde municipio una formidable pandilla y una novia formal con la que estuve saliendo más de tres años.

El día de mi ponencia, concretamente el pasado martes día 24, acudí a la Casa de la Cultura de Las Torres con la esperanza de encontrame con algún rostro conocido de aquella lejana época. Y así ocurrió, efectivamente. Antes de entrar al salón de actos, mi mirada se cruzó con la de una mujer que me miraba con cierta incredulidad. "¿Eres tú? ¡Es que no estaba muy segura!", me dijo sorprendida. En verdad, en los últimos treinta y cinco años mi aspecto físico ha cambiado mucho..., ¡pero ella se mantenía prácticamente igual! Se trataba de Loli, una simpática chica de la pandilla que, además, era prima hermana de Pilar, mi novia de aquel entonces. Loli es hoy la eficiente directora de un instituto de Enseñanza Secundaria en Las Torres de Cotillas. Es la que aparece agarrada a mi brazo izquierdo en la fotografía de grupo que nos hicimos para el recuerdo en el vestíbulo de la Casa de la Cultura.

Como comprenderéis, hablamos de muchas cosas y revivimos historias ya casi olvidadas; entre otras, nuestra participación entusiasta y desinteresada con el grupo de teatro local, llamado "Tejuba", fundado hace más de cuatro décadas por Juan Baño (y de ahí su nombre, "Tejuba", esto es, Teatro Juan Baño), uno de los más apasionados hombres de teatro que he conocido nunca, capaz de hacer con cuatro duros los montajes más espectaculares y de dirigir con paciente maestría a más de sesenta actores (la mayoría, como yo, simples jóvenes aficionados) en representaciones de Autos Sacramentales como El Prendimiento o Adoración de los Reyes Magos y Degollación de Inocentes.

Bien. A lo que iba. En aquella conversación con Loli se encontraba presente el actual Concejal de Educación y Cultura de Las Torres, Pedro Cabrera, quien al escucharnos me dijo: "Precisamente, hace un par de años editamos un libro titulado 40 años de teatro en Las Torres de Cotillas... Espera un momento". En un santiamén, entró en su despacho y salió con un ejemplar de dicha publicación en sus manos, de la que me hizo entrega. Me puse a hojear de inmediato aquel libro plagado de carteles y fotografías, de manera que nombres, rostros y recuerdos empezaron a aflorar como de un viejo volcán en mi cerebro. Confieso que en aquel momento comencé a buscarme apresuradamente a mí mismo entre aquellos cientos de imágenes, pero para mi desconcierto no me reconocí en ninguna de ellas. Sí que reconocí a mi primo, a muchos de mis amigos, a mi novia Pilar, a la misma Loli... Sólo cuando llegué a mi casa y me puse a mirar literalmente con lupa aquel libro pude leer mi nombre en un cartel y adivinar mi rostro en una de las fotografías...

Podéis reiros cuanto os plazca. Y ahora que se aproxima la Semana Santa, más aún. El pedazo de actriz que hace de Virgen no es otra que Pilar, mi antigua novia. Yo soy el imberbe cabizbajo que hay al fondo. Corría el año 1972. Teníamos dieciséis añicos...



9 comentarios:

carmen dijo...

¡¡¡Longinos!!! ¿y dónde dejaste la lanza?



Me reafirmo !Cristo del Gólgota¡ eres el hombre de las mil caras.

Sebastián Mondéjar dijo...

Hola, Carmen. Se me olvidó comentar algo al respecto. Aquellos 'Autos' era multidudinarios, y casi todos los actores debíamos representar varios papeles. En esa escena concreta estoy haciendo de José de Arimatea (el que cedió su huerto para sepultar a Cristo; por cierto, recuerdo una anécdota muy graciosa con la piedra que cerraba el sepulcro, ya te la contaré); si la memoria no me falla, tuve que sustituir a última hora al actor que interpretaba a ese personaje; pero también hice de Sumo Sacerdote y de mero figurante de relleno en otros momentos de la obra.

Respecto a la lanza, casi se la dejo clavada en el costado a Cristo. Como Longinos, iba vestido de romano, romano (hablando de Roma, amigo Pedro. ¡Si ya sabía yop que había estado allí!) Mi actuación fue tan verídica que el público estalló en lamentos y exclamaciones. ¡Y no te digo cuando me cae la sangre a los ojos y recupero la vista!

Por cierto, acabo de caer en la cuenta de que el día de mi ponencia en Las Torres (24 de marzo) se cumplían exactamente 37 años de aquella representación... ¡Cómo es la vida!

No está mal eso de ser el hombre de las mil caras. A partir de ahora, cuando me mire al espejo, en vez de preguntarme "¿Quien eres?" me preguntaré: "¿Quién no eres?".

Un beso.

Esther dijo...

Con qué José de Arimatea, eh? O Longinos? Y qué me dices del título de la obra: "El Prendimiento" Pasión y muerte de Jesús. Vaya tela.

Realmente estás joven pero reconocible o sea que no has cambiado tanto al fin y al cabo.

Bonita historia, amigo.

Un fuerte abrazo.

Pedro López Martínez dijo...

Así que un Longinos... ¡de hace treinta y siete años!

(Yo, lector de novelas que ha afianzado sus intintos morbosos en las casualidades que nos impone la ficción, me quedaré con las ganas de conocer la historia ulterior de la Virgen, es decir, de Pilar).

Sebastián Mondéjar dijo...

Pues sí, Esther, sí. Ríete tú de las experiencias religiosas de Enrique Iglesias. Aquellos sí que eran ejercicios de actor. Yo ya era ateo; al menos, ateo de aquel dios vigilante, carnicero, autoritario y vengativo que me inculcaron de pequeño. Pero me lo pasaba muy bien representando aquello porque me sentía ya muy por encima, y lo que me movía era el puro placer de actuar, de divertirme con los amigos y las amigas, de compartir lo poco (convertido por nosotros en mucho) que entonces se podía hacer en un pueblo y en aquellos tiempos. También hacíamos muchos guateques. Éramos muy bailarines.

* * *

Y sí, Pedro: la vida, cualquier vida, es una novela capaz de superar cualquier ficción. También muchas ficciones se hacen realidad. Todo forma parte de lo mismo. Yo no creo que los recuerdos falseen o modifiquen el pasado. Revivo fielmente cada uno de ellos como si estuviese aún allí. Lo que pasó después ya forma parte de lo que está pasando ahora. Pero bien mirado, el hecho de que Longinos, un simple soldado raso, conquistara nada menos que a la Virgen, no deja de tener mérito. ¡Ahí sí que hay una novela!

SALUd para los DOS

Troglo Jones dijo...

Como ya te dije, Sebastián, esta foto la pasas a blanco y negro, la envejeces un poco, y dices que es el debut de Fernando Fernán Gómez de adolescente, y cuela. Sí que eres el hombre de las mil caras, hay que ver la cantidad de parecidos razonables que tienes.

Un abrazo, amigo.

Sebastián Mondéjar dijo...

Sr. Troglo, ¡qué lujo tenerle por aquí!

No sabe cuánta verdad encierra lo que dice. Un día le contaré mi alucinante historia personal con Fernando Fernán Gómez, que daría para una novela que no descarto escribir algún día.

Ciertamente, tengo una considerable cantidad de parecidos razonables.

Un abrazo y gracias por su visita.

Virginova dijo...

Hola Sebas!!! Muy entrañable tu historia con el teatro. Esos encuentros con el pasado son reconfortantes e inefables. Y, al margen de los parecidos razonables: tú eres único y singular, y me encantas. Gracias por asomarte a mi blog: Pedro Salinas es muy recurrente en mí, al igual que otros muchos poetas. Un abrazo indecible

Sebastián Mondéjar dijo...

Hola, Virginia. Gracias a ti por acercar de nuevo tu alma a este camino, y gracias también por mirarme con ojos exclusivos. Como diría Salinas, "Qué alegría, vivir / sintiéndose vivido". ¡Eso sí que es parecerse!

Algún día contaré más cosas sobre mis experiencia teatral...

Un fuerte abrazo y hasta pronto.

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