jueves, 10 de diciembre de 2009

A propósito de la salvación del yacimiento arqueológico de San Esteban



Siempre me apasionó la arqueología, y desde muy joven admiro y envidio sanamente a quienes se dedican a ella. La arqueología es la más fiel aliada de la historia, pues nos desvela con pruebas irrefutables no sólo una gran parte de lo que fuimos en el pasado, sino también el por qué de lo que somos en el presente y lo que podemos llegar a ser en el futuro. En mis casi cincuenta y cuatro años de vida he sido, por desgracia, testigo impotente de centenares de atentados arqueológicos, arquitectónicos y urbanísticos que terminaron por desfigurar irreversiblemente la imagen de la Murcia en que nací.

Así que, después de la conmoción por el reciente y valiosísimo hallazgo de una barriada árabe del siglo XIII en pleno centro de la capital, tenía razones más que fundadas para temerme lo peor...

Pero hoy ha sucedido lo más grande que ha pasado en nuestro apartado picoesquina en muchos, muchos años: por una vez hemos conseguido doblegar a los especuladores del hormigón y a los dilapidadores de la cultura; aquellos que, frente al inconmensurable interés general del yacimiento, han antepuesto sus intereses particulares y se han obcecado un día tras otro en arrasarlo.

¡Que los zurzan!

Para celebrarlo, he rescatado este breve poema que escribí en 1986 y al que los acontecimientos han devuelto una vigencia realmente inusitada.

¡Va por Murcia y por vosotros, amigos y ciudadanos de a pie!


* * *


CUANDO TOQUES LA TIERRA


Cuando toques la tierra y tu silencio sea tierra
y los siglos asomen entre piedras heridas,
cuando mires la historia silenciosa en tus manos,
la columna, la flecha, la escultura, los muros,
comprenderás tu nombre, tu destino de luz.



Murcia, junio de 1986.

* * *


5 comentarios:

la desanchá dijo...

Juraría que dejé aquí un comentario...

Pues sí, que los zurzan.
Dan risa y asco. Risa de verlos tragarse su parking, asco de ver como intentan tomarnos por tontos, queriendo hacernos creer que conservar los restos y renunciar al aparcamiento era su idea desde el principio.

Pero seguirán ganando elecciones, gran misterio sin resolver, pero me pongo en lo peor.

Una pena...

Sebastián Mondéjar dijo...

Sí, María, una pena. Y una desfachatez. Se ríen de la ciudadanía y se creen insustituibles. Lo peor es saber que aún nos queda pe-pe-pena para rato.

Blanca Andreu dijo...

El poema, excelente, grande y profundo. Gracias.

Eduardo Saro dijo...

Personalmente y sin ser entendido en nada… me da, que esa barriada desierta, y sin techo, después de tanto tiempo enterrada, debe ya de estar muerta. Y queda lo que de común tiene con la tierra que la abrazaba a nuestros pies… que no es poco. pero amigo se construyó con unos materiales que tan de primera generación fueron, que ahora piden la UCI a gritos, sin decir una palabra. Ya que para eso sobró gente que gracias su enjambre de voces, argumentos y cariños descafeinados, consiguieron montar el pollo, medios incluidos, logrando como la ocasión merecía, que muchos estemos aún sin saber en que se apoya el desmedido valor atribuido en un tiempo record a la inesperada "reliquia"

Valor o decisión hay que tener para montar sin ensayos previos esa catarsis de indignación… más deseada que justificada, ya que aquello de lejos, olía a venganza, a las ganas que se le tienen a los que mandan… y si encima hizo buen día… hasta lo pasaron fenómeno y se crecieron.

La protesta gusta, sin correr peligro, para poder saborear esta fruta tan controvertida y que no agarra bien en estas tierras.
Se pudo ver que no hay nada tan eficaz, (dado el caso), como una algarabía educada, nutrida sobre todo por honrados consumidores de El Corte Ingles y encima reclamando algo sin tener criterio ni referente evaluativo. No se sabe bien que chispa los hizo sentirse como una brigada defensora de lo evidente, el BIEN a un lado pegado "al MAL". La escena plásticamente se inclinaba a favor de la brigada, ya que lo que veían e imaginaban, les pareció intolerable y que ni siquiera había lugar a hablar del tema.
Las discusiones previas sobre los problemas que podía traer esa construcción inhumana "un parking" y además la fuerza de la imaginación trabajando con la imagen formada de los presuntos, y en la otra esquina el pulcro mundo de la construcción.

Eduardo Saro dijo...

El murciano común, no ama ese tipo de minería del conocimiento, pues no les dice absolutamente nada, ese arcilloso silencio ni lo relacionan con respecto a nada absolutamente, y sería muy aventurado pensar que gracias al estudio de esa barriada, saqueada por el tiempo y la tierra.
Y con las ruinas de Santa Eulalia todavía calientes, metidas dentro de un ataúd nórdico… in situ…

Si puede ser que alguno se ilusionara pensando en la posibilidad de que algo sorprendente sucediera, por no hablar de lo más preciado.
Imagínense que se descubre un manuscrito con la definición de murciano un misterio en estado puro.
Tanto es así que no ha conseguido aún nadie desde el principio de los tiempos, ni siquiera darle una forma, para al menos salir del paso.

Y eso precisamente, si es para estar orgullosos. La Sensación de vacío al sentirse huérfano de característica alguna, buena o mala pero, que te identifique y ayude a hacer equipo si se diera el caso. No es fácil de llevar bueno! también es verdad que está asumido, y que a nadie le preocupa, y no nos vamos chuleando por ahí y eso… como los hay, pero por lo contrarío y es que casi todos tienen y los hay que hasta jactanciosos,.
Ese ser nada y saber que algo por fuerza se tiene que ser. Mola mucho

Más de una vez he pasado un buen rato, preguntado a un murciano o a un grupo de ellos por si juntos y pensando a la vez todos lo mismo que se reconocieran algo en común para tener donde agarrarse, y nada, nadie ha mejorado lo de decir que "Es una persona nacida en Murcia". Eso es grande. Eso vende e intriga a cualquiera que se lo cuentes…

Antonio Gómez Ribelles: 'Las lagartijas guardan los teatros' (La Estética del Fracaso, Cartagena, 2021)

  La arqueología de la memoria Aquel largo pasillo desemboca  en una habitación igual a tantas  que no existen [Manuel Padorno] También hici...